¿De dónde viene la costumbre de desayunar chocolate con churros? ¿En qué momento cambió el curso de la historia y se creó la pareja más reconocible de la gastronomía madrileña? ¿Quién fue el visionario que unió el dulzor amargo del chocolate con el crujiente salado del churro? ¿Y el revolucionario que añadió un vasito de agua para saciar nuestra sed después de desayunar o merendar este manjar?
Lamentablemente, la mayor parte de las respuestas se pierden en el olvido. Eso se debe a que el origen de la dupla chocolate + churros está vinculado a las clases populares. La mayor parte de los estudios coinciden en que la costumbre madrileña de desayunar churros con chocolate no es tan antigua, sino que surgió en algún punto a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Al parecer, las ferias ambulantes que rondaban por la capital pusieron de moda el churro, y rápidamente se dieron cuenta de que combinaba a la perfección con el chocolate.
Vivimos en tiempos de cocina vanguardista, en los que parece que nada está rico si no ha pasado por hidrógeno líquido. Todo eso está muy bien, pero no hay que menospreciar la genialidad de unir estos dos manjares. Porque el chocolate combina con muchas cosas gracias a su dulzura amarga, a su textura o a lo bien que aguanta el calor (los puristas dicen que un chocolate caliente hay que servirlo a 85º). Sin embargo, la mezcla con los churros es excelente: salados, crujientes, con un toque grasiento... ¡Se nos hace la boca agua!
El origen no está del todo claro, aunque si la expansión. A partir de 1920, este binomio se convirtió en referencia obligada en todos los bares de la ciudad de Madrid. Se puso de moda para desayunar entre la clase obrera (lo cual generaba lazos de unión entre los trabajadores, que muchas veces eran además vecinos). También se popularizó el consumo a media tarde, a modo de merienda. En esos casos el consumo de chocolate con churros era aun más social, ya que generalmente las reuniones estaban más planeadas.
Y para terminar, hay que decir que el chocolate con churros no se puede consumir de cualquier manera. Lo correcto es empezar disfrutando de los aromas del chocolate, después mojar los churros mientras la temperatura del líquido se conserva y terminar bebiéndose el resto, que ya estará templado. ¡Buen provecho!
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